Sep 30, 2006

 
ADOLFO BIOY CASARES
LA INVENCION DE MOREL
EDITORIAL EMECE

Por Darío Basavilbaso

Siempre acercarse a un autor a partir de alguna determinada obra, representa un azar , el camino que emprenderemos con tal autor depende en buena medida de esa primera suerte. En mi caso, la lectura de la obra de Bioy Casares partió de un azar no del todo favorable, mis primeras lecturas de Bioy fueron las que equivalen a su literatura cronológicamente más avanzada. Cuentos como: El calamar optó por su tinta, De la forma del mundo, El lado de la sombra, así como las novelas: Dormir al sol, Diario de la guerra del cerdo; me parecieron obras altamente vanguardistas, llenas de ironía y rara extravagancia, conforme avanzaba en esa narrativa me iba encontrando con un sofisticado dandy porteño de las letras. Por supuesto el problema era yo y mis circunstancias.
Sin embargo la obra de Bioy siempre me ha acompañado de una u otra forma, las obras narrativas en colaboración con Jorge Luis Borges –relatos de Bustos Domecq y Suárez Lynch- y las magníficas antologías, también con Borges del cuento fantástico y del cuento policiaco.
Pero el Bioy Casares que recibí con regocijo, lo encontré en su primera novela La Invención de Morel, narración perfecta con un alcance totalizador y una luz al resto de su obra.
En 1940 Bioy tenía 26 años y el género novelístico había encontrado un sustento temático en la trama sicológica –influencia de la literatura rusa- Bioy Casares presenta una novela metafísica. El joven autor desarrolla una trama a partir de recursos literarios localizables en el devenir de la novela moderna. El primero de estos recursos es una narración llevada a cabo por dos autores, uno que “narra” todo previamente y otro que “transcribe” lo narrado en una temporalidad que se entiende poco exacta: este método lo utiliza Cervantes en su Quijote. Otro de los recursos es el de la isla desierta, famosa con Daniel Defoe y por último el recurso del inventor que se recluye en una isla: el Doctor Moreau del H.G. Wells.
La Invención de Morel es una novela multidimensional, que tiene como temas centrales: una metáfora (el cine), un mito (el eterno retorno), un paradigma (el amor). Hago especial mención en este último: un hombre vive prófugo de la justicia en una isla desierta, en una ocasión ve a una mujer, se enamora de ella y busca un acercamiento, la mujer lo desdeña con implacable indiferencia, al punto de hacer parecer como si él no existiera, después el hombre descubre que la mujer es una proyección y quien nunca ha estado es realmente ella; el enamorado busca la forma de integrarse a la irrealidad de la mujer y lo consigue incluyéndose en las proyecciones. Finalmente la alegoría del amor es clara, nos enamoramos de fantasmas (proyecciones) sólo hay una forma de compartir el mundo y es, renunciando a él, formando parte de la irrealidad. O en indiscutibles palabras de Octavio Paz, sobre la invención del Morel:
el cuerpo es imaginario y obedecemos a la tiranía de un fantasma, el amor es una percepción privilegiada. La más total y lúcida no sólo de la irrealidad del mundo, sino también de la nuestra. Corremos tras de sombras pero nosotros también somos sombras.
Adolfo Bioy Casares, un autor que se le llega a vincular a veces demasiado a Borges, cuenta con una obra vasta, llena de originalidad y exquisito sentido del humor; La Invención de Morel una lectura ineludible.

SEGUIMIENTO DE UN AMOR EN LA INVENCIÓN DE MOREL

1) en las rocas hay una mujer mirando las puestas de sol, todas las tardes. Tiene un pañuelo de colores atado a la cabeza; las manos juntas sobre una rodilla, soles prenatales han de haber dorado su piel; por los ojos, el pelo negro, el busto, parece una de esas bohemias o españolas de los cuadros más detestables.

2) ...ahora la mujer del pañuelo me resulta imprescindible.

3) Renuncié a las palabras y me puse a mirar el poniente, esperando que la compartida visión de esa calma nos acercara, volví a hablar. El esfuerzo que hacía por dominarme bajaba la voz, aumentaba la obscenidad del tono. Pasaron otros minutos de silencio. Insistí, imploré de un modo repulsivo, al final estuve excepcionalmente ridículo: trémulo, casi a gritos, le pedí que me insultara, que me delatara pero que no siguiera en silencio.

4) Sentí repudio, casi asco, por esa gente y su incansable actividad repetida. Aparecieron muchas veces arriba, en los bordes. Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma. Tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma.

5) Estudie lo que dice Faustine, sus preguntas y respuestas; muchas veces intercalo con habilidad algunas frases; parece que Faustine me contesta. No siempre la sigo; conozco sus movimientos y suelo caminar delante. Espero que en general demos la impresión de ser amigos inseparables, de entendernos sin necesidad de hablar.

6) Al hombre que basándose en este informe, invente una máquina capaz de reunir las presencias disgregadas haré una súplica búsquenos a Faustine y a mi, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine, será un acto piadoso.









Comments:
Me ha sorprendido Bioy a través de tu reseña, jamás imaginé que tuviera tales alcances poéticos, linguísticos. Mi idea de él era bastante limitada por la lectura de un par de cuentos que en su momento me chocaron un poco en su extravagancia. Muero de ganas de leerlo en la Invención.
 
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