Aug 4, 2008

 

Nikos Kazantzakis
Alexis Zorba, el griego

Por Miriam Badillo

Primera vez que leo a Kazantzakis, de entrada puedo decir de su prosa: bellísima, llena de delicadas y exactas descripciones, imbuida de sus constantes dudas y obsesiones, grandes dudas, vigorosas obsesiones. Mientras leía el libro e iba por la mitad, no pude resistir la tentación de ver la película de factura griega (como el autor y su historia), protagonizada por Anthony Queen, de hecho un comentario respecto a esta cinta fue la que me hizo buscar leer el libro, del que ya tenía noticia de tiempo atrás. La película no me decepcionó en modo alguno pero, con todas y cada una de las reservas del comentario, sólo me hizo confirmar que, desde mi privilegiado punto de vista, la literatura es superior e intraducible al lenguaje cinematográfico. Desde luego es una fantasía muy íntima y generalizada querer ver representados en carne y hueso a los personajes que tanto nos han gustado en este o aquel libro y de algún modo garantizar que su esencia llegue a más gente a través de un filme o que el director intente darnos su versión, su interpretación, pero me quedo con las lentas y minuciosas descripciones, las reflexiones, los discurrimientos, insinuaciones, misterios, pensamientos, de la palabra escrita. Me quedo con la extensión que permite la novela a la inversa de la síntesis que exige el cine. Pero, visualmente, la película captó magistralmente al texto, sin duda y el Alexis no podía ser otro que el grandulón Antonio Reina. Alexis Zorba, el griego, máquina de vivir, nadador cotidiano de ríos metafísicos sin saberlo. Hecho de fuego, aire, tierra y agua. Formando perfecta unidad con su contraparte, el narrador (Kazantzakis mismo) hecho de razón, de pensamiento, de lógica y precaución, de palabras, de libros. Sueltos a la aventura, jugando a ser capitalistas en una aldea cretense con sus habitantes hechos de comunidad, religión y crueldades propias de su tradición y su moralidad cerrada que no acepta injerencia forastera, hay cosas en las que sí y otras en las que no y punto, nada que discutir.
Me ha hecho feliz este libro, es de esos que te dejan con ganas de vivir, poca cosa.


Comments:
Unas ganas de vivir tremendas.
 
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