Jul 17, 2008

 
Siete Novelas (IV entrega)
John Fante

Por Dario Basavilbaso


Pasaron casi cuarenta años entre Pregúntale al polvo y La hermandad de la uva, durante ese periodo solamente hay una novela en la bibliografía de Fante: Full of life (sin traducción al español).

En La hermandad de la uva John Fante retoma algunas inquietudes que desarrolló en Espera la primavera, Bandini; sin embargo hay diferencias significativas entre una y otra novela. En primer lugar Fante abandona a su alter ego y se describe a si mismo, bajo el seudónimo de Henry Molise, los personajes que siguen siendo los mismos son el padre y la madre con la salvedad de que ahora ambos son ancianos. Boulder, Colorado ahora se llama San Elmo pero sigue siendo el mismo lugar apartado y pintoresco, victima de un permanente invierno.

Una de las cualidades de Fante es describir con ironía toda una gama de personajes prejuiciados e inestables cercanos a él y no tan cercanos. Su familia compuesta por dos hermanos y una hermana. Fante describe con minuciosidad los pequeños vicios de estos personajes y a los eternos compañeros de juerga de su padre, viejos borrachos inmigrantes italianos que se reúnen en el café Roma. Así como en Ask the dust existe un personaje que sobresale por su condición simbólica, se trata de Angelo Musso curioso anciano mudo, productor de vinos, que funge como oráculo de los borrachos que lo vistan constantemente en sus viñedos.

La novela desde un principio advierte sobre constantes giros, Fante combina varios aspectos como son, el recuentro con su historia, su presente interrumpido, la reconciliación espiritual y tardía con su padre, el deterioro, la presencia de la muerte, el sexo. Un poco, al estilo de film italiano entre pícaro y provinciano se desarrolla esta novela que Francis Ford Coppola, en un momento dado quiso llevar al cine. Hay diferencias sustanciales en el Fante de la –hasta ese momento- trilogía de Bandini y el de La hermandad de la uva: Fante es un guionista consolidado en Hollywood, oficio que odia, ya no es provocativo en su propuesta literaria, es reflexivo a la manera de un ejercicio de enmienda. Finalmente el protagonista de esta novela es un hombre que se reconcilia –sin quererlo en un principio- consigo mismo en su condición de padre y de hijo.

Existe en esta novela un experimento, a mi parecer fallido y es el encuentro sexual de Henry Molise con la enfermera que cuida a su padre, al ser narrado en primera persona se convierte en un episodio de semipornografía humorística. Única objeción consistente en toda la obra. La vocación literaria no puede faltar, el protagonista recuerda los penosos pasos que dio para llegar a la literatura, no guarda su agradecimiento a la obra del ruso Dostoyeski. No termina aquí el regreso al pasado en la obra de Fante, el resto de la obra va a ser de esta índole, salvo en el caso de Sueños de Bunker Hill donde Fante decide, un poco por la fama de que empieza a ser objeto, dar conclusión a su personaje de Arturo Bandini.

Y entonces sucedió. Una noche que la lluvia golpeaba el inclinado techo de la cocina se introdujo en mi vida un espíritu grandioso. Tenía el libro en las manos y temblaba mientras me hablaba del hombre y el mundo, del amor y la sabiduría, del dolor y la culpa, y supe que yo ya no podía ser el de antes. El espíritu se llamaba Fiódor Mijailovich Dostoievski. Sabía más de padres e hijos que ningún hombre en el mundo, y de hermanos, de curas, de delincuentes, de la culpa y la inocencia. Dostoievski me transformó. El idiota, Los endemoniados, Los hermanos Karamazov, El jugador. Me cambió radicalmente. Descubrí que respirada, que veía horizontes invisibles. El odio por mi padre desapareció. Amé a mi padre aquel pobre diablo, resentido y obsesionado. También amé a mi madre y a toda mi familia. Había llegado el momento de ser hombre, de irse de San Elmo, de entrar en el mundo. Quería pensar y sentir como Dostoievski. Quería escribir.


Y empecé a recordarlo todo, Tenía diez años y había un baile callejero en San Elmo, la noche del 4 de julio. Yo estaba en el callejon que quedaba detrás del recinto del baile, rebuscando en los cubos de basura. En la oscuridad vi una pareja haciendo el amor contra un poste de teléfono, la mujer con el vestido levantado, el hombre golpeando con la pelvis. Sabía lo que estaban haciendo, pero me asusté y me agaché detrás de un montón de cajas. el hombre y la mujer avanzaron hacía mi cogidos de las manos. El hombre era mi padre. La mujer era Della Lorenzo y vivía a dos puertas de la nuestra, con su marido y sus dos hijos, que iban a la misma clase que yo. Después de aquello no volvía a jugar con los hermanos Lorenzo. Me daba vergüenza mirarlos a los ojos, Odié a mi padre. Odié a la señora Lorenzo, vulgar sosa y fea. Detesté la casa


De los Lorenzo y su jardín. Le daba patadas al perro que tenían. También tenía pollos y le rompí el cuello a uno. La señora Lorenzo murió de cáncer de mama al año siguiente y yo ni me inmuté. Ella se lo había buscado. No me cabía la menor duda de que estaba en el infierno guardando el sitio a mi padre.


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